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El té amarillo o té dorado se elabora por un método similar al empleado para producir té verde, pero en este caso se intercala una fase entre la fijación (proceso para detener la oxidación) y el secado, para lo cual el té se amontona hasta en dos ocasiones estando aún tibio y con cierta humedad. En esta fase se produce una fermentación no enzimática de las hojas de té, lo que confiere a estas un sabor, delicadeza y propiedades únicas, diferentes al resto de tipos de tés existentes.
Michael Harney, escritor americano, dice que el té amarillo refleja lo mejor de los demás tipos de té: tiene la dulzura del té blanco, el suave sabor vegetal del té verde, el intenso y variable aroma del Oolong y ese delicado dejo especiado del té negro chino.

El té amarillo o té dorado es producido en pequeñísimas cantidades en contadas regiones de China, de ahí su exclusividad no solo por su extraordinario sabor, sino tambien por su laborioso proceso de elaboración y la escasez de producción.

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